El Dunraven se construyó en Newcastle, en los astilleros “C. Mitchell and Co. Iron Ship Builders” y fue botado en diciembre de 1873. Se trataba de un buque mixto (vela y vapor) de unos 80 metros de eslora, 10 de manga y un calado de 7 metros. Empezó a navegar en enero de 1874 bajo el nombre de S.S. Dunraven (S.S. son las siglas de Steam Ship, es decir, barco a vapor) y bajo propiedad de la naviera londinense “Milburn". Fue un navío bastante grande para su tiempo, impulsado por dos motores invertidos fabricados por “Humphrys y Tennant”, alcanzaba una velocidad de 8 nudos y era capaz de trasportar más de 1.600 toneladas en sus bodegas. Como tantos cargueros de su época, suministraba materiales y provisiones a las pobladas colonias inglesas en la India a finales del siglo diecinueve.
La historia (la más fiable) de su hundimiento se remonta a solo un par de años después de su botadura... En enero de 1876 parte de Liverpool con sus bodegas llenas de madera y acero; su destino, como en tantas ocasiones, Bombay, India. Sin ningún tipo de problema llegó a puerto dejando su carga y volviendo a cargar de nuevo sus bodegas (posiblemente con especias, algodón y maderas nobles), inició el retorno al puerto inglés. Zarpa de nuevo hacía el Reino Unido con 25 personas de tripulación.
El 24 de abril de 1876, cruzando el Mar Rojo, vigías de la tripulación observan un objeto oscuro en el agua que en un principio creyeron que se trataba de una boya o algún tipo de bote. El capitán, el joven de 27 años llamado Edward Richards Cares, ordena parar las máquinas pero, en ese preciso momento, el Dunraven golpeó directamente y a gran velocidad contra el extremo sur del extenso arrecife de Sha'ab Mahmud, abriéndose una enorme vía de agua en el casco. Según algunas versiones, cuatro horas más tarde la sala de máquinas estaba completamente anegada y el navío estaba medio hundido. El capitán, sin medios a su alcance para achicar la cantidad de agua que entraba en el carguero, ordenó finalmente abandonar el barco y toda la tripulación acudió a los botes salvavidas. Durante más de 10 horas estuvieron a la deriva en el Mar Rojo hasta que a las cuatro de la tarde un barco local se acercó a su posición y les recogió. Otras historias afirman que el buque se mantuvo encallado varios días hasta que se incendió y acabó deslizándose al fondo del arrecife, donde se encuentra hoy. Finalmente se considera leyenda la historia que afirma que el barco se hundió debido a una pelea entre el capitán y el primer oficial, al descubrir el primero que su mujer le era infiel con el segundo. Se dice que el capitán se emborrachó y que, despechado, se fue a dormir a su camarote sin indicarle al primer oficial la ruta a seguir, lo que provocó la colisión ante la que el inexperto oficial no supo reaccionar adecuadamente.
Sea como fuere, el caso es que el Dunraven reposaba ya a 30 metros de profundidad y comenzaba su verdadera leyenda: nadie fue capaz de identificar el lugar exacto del hundimiento ya el carguero colisionó contra el arrecife antes de poder identificar las coordenadas correctas del navío. Durante el juicio se estableció que tanto el capitán como el segundo oficial eran responsables de la pérdida del buque al no interpretar correctamente las luces de la isla de Shadawan y el faro de Ashrafi.
Este pecio era conocido por los pescadores locales desde siempre, ya que era una zona de poca profundidad donde sus redes se enredaban, pero fue re-descubierto para el resto de las personas en 1977 por buceadores del centro de buceo Red Sea Divers. El pecio se empezó a bucear casi inmediatamente, gracias a historias (quizá algo interesadas) de que era un barco de la Primera Guerra Mundial que trasportaba oro y suministros para los rebeldes beduinos del mítico Lawrence de Arabia, en su lucha contra los turcos. Posteriormente se encontró una pieza de porcelana con el nombre de “SS Dunraven”, mostrando su origen real.
Desde que se ha re-descubierto el barco se ha convertido en una inmersión muy realizada, debido a su relativa poca profundidad. El barco está bastante deteriorado, con tres importantes agujeros en el casco que permiten la entrada a su interior. El central permite el acceso a la zona de máquinas, donde hay dos impresionantes calderas de gran tamaño. Es una inmersión no muy complicada, pero hay que tener prudencia, puesto que el pecio podría colapsar, debido a su mal estado. Pero mejor vamos a verlo con los ojos de algunos de los que ya lo han visitado!
Por cierto, si quieres ver unas panorámicas de 360º del pecio, aquí las tienes!
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