miércoles, 24 de mayo de 2017

Batiscafos

Desde comienzo de la civilización hemos tenido la curiosidad por la investigación de los fondos marinos. ¿Qué clase de monstruos marinos puede haber allí abajo?

Por lo que, los llamados “ingenieros submarinos” comenzaron a crear artilugios para alcanzar el fondo marino.

Comenzaron con Campanas llenas de aire (ya utilizó una Alejandro Magno), odres como el ideado por Alfonso Borelli (S. XVII) o el Hydrostat de Poyerne.



Luego vinieron las escafandras, de origen francés Jean-Baptiste de la Chapelle (S. XVIII) que fueron evolucionando hasta 1940 cuando aparecieron las primeras escafandras autónomas.

En el S. XVII llegaron los primeros experimentos en la construcción de submarinos, como la barca de Cornelius Drebbel, la cual consiguió navegar varios kilómetros por el Támesis a una profundidad de 4 m. Luego llegaron el Turtle o el Nautilus, más parecidos a los submarinos actuales.

En 1928 aparecieron las batisferas, que alcanzaban los 900 metros de profundidad pero no podían maniobrar, por lo que de aquí surgieron los batiscafos que se diseñaron para alcanzar grandes profundidades, como el FNRS-3, que realizó su inmersión en la fosa de las Marianas llegando a una profundidad de 10.916 metros.



Pero como se trataba de naves demasiado pesadas y voluminosas empezaron a surgir los primeros sumergibles pequeños como el SP-350 hasta el SP-3000 que alcanzaba los 3.000 metros de profundidad, ya que querían que sirviesen para investigación oceanográfica, geológica y posible recogida de muestras y rescate.

Se calcula que el 50% de los fondos marinos tienen una profundidad de menos de 3.700 metros de profundidad, el 47% entre los 3.000 y 6.000 metros y el 3% restante entre 6.000 y 11.000 metros, por lo que teniendo en cuenta esta estimación se creó el Nautile que podía sumergirse a 6.000 metros de profundidad, los MIR 1 y MIR 2 que pueden alcanzar los 6.000 metros de profundidad. Como dato curioso éstos participaron en la filmación de los documentales Expedition Bismarck (2002) y Misterios de Titanic (2003).



Recientemente el Woods Hole Oceanographic Institution (WHOI) ha desarrollado el robot llamado Nereus, preparado para los 11.000 metros de profundidad, objetivo ya alcanzado.


Teniendo en cuenta los adelantos en materiales y robótica creo que en unos años podremos seguir descubriendo los fondos marinos tan desconocidos para todos nosotros.
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