Desde comienzo de la civilización hemos
tenido la curiosidad por la investigación de los fondos marinos. ¿Qué clase de
monstruos marinos puede haber allí abajo?
Por lo que, los llamados “ingenieros
submarinos” comenzaron a crear artilugios para alcanzar el fondo marino.
Comenzaron con Campanas llenas de aire (ya
utilizó una Alejandro Magno), odres como el ideado por Alfonso Borelli (S.
XVII) o el Hydrostat de Poyerne.
Luego vinieron las escafandras, de origen
francés Jean-Baptiste de la Chapelle (S. XVIII) que fueron evolucionando hasta
1940 cuando aparecieron las primeras escafandras autónomas.
En el S. XVII llegaron los primeros
experimentos en la construcción de submarinos, como la barca de Cornelius
Drebbel, la cual consiguió navegar varios kilómetros por el Támesis a una
profundidad de 4 m. Luego llegaron el Turtle o el Nautilus, más parecidos a los
submarinos actuales.
En 1928 aparecieron las batisferas, que
alcanzaban los 900 metros de profundidad pero no podían maniobrar, por lo que de
aquí surgieron los batiscafos que se diseñaron para alcanzar grandes
profundidades, como el FNRS-3, que realizó su inmersión en la fosa de las
Marianas llegando a una profundidad de 10.916 metros.
Pero como se trataba de naves demasiado
pesadas y voluminosas empezaron a surgir los primeros sumergibles pequeños como
el SP-350 hasta el SP-3000 que alcanzaba los 3.000 metros de profundidad, ya
que querían que sirviesen para investigación oceanográfica, geológica y posible
recogida de muestras y rescate.
Se calcula que el 50% de los fondos marinos
tienen una profundidad de menos de 3.700 metros de profundidad, el 47% entre
los 3.000 y 6.000 metros y el 3% restante entre 6.000 y 11.000 metros, por lo
que teniendo en cuenta esta estimación se creó el Nautile que podía sumergirse
a 6.000 metros de profundidad, los MIR 1 y MIR 2 que pueden alcanzar los 6.000
metros de profundidad. Como dato curioso éstos participaron en la filmación de
los documentales Expedition Bismarck (2002) y Misterios de Titanic (2003).
Recientemente el Woods Hole Oceanographic
Institution (WHOI) ha desarrollado el robot llamado Nereus, preparado para los
11.000 metros de profundidad, objetivo ya alcanzado.
Teniendo en cuenta los adelantos en
materiales y robótica creo que en unos años podremos seguir descubriendo los
fondos marinos tan desconocidos para todos nosotros.
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